domingo, 21 de abril de 2013

11. Mi pelea con final feliz.

Estaba tumbada en mi cama leyendo divergente cuando me sonó el móvil, últimamente mis amigos deben estar muy aburridos porque no paran de mandarme mensajitos estúpidos, estaba a punto de lanzar el móvil por la ventana cuando me picó la curiosidad, abrí el móvil y me di las gracias a mí misma; era Eric. Estos últimos días hemos charlado mucho y ahora es muy amigo mío, confío en él.
-Hola pedorrilla.
-Hola pimpollo, q ase?
-Na, tú?
-Leer "Divergente".
-Ah, yo ya m lo he leído.
-Guay, q nota?
-9
-Yo un 9'50
-Ajá.
-¿Q tal n el insti?
-Bien, ¿t ha invitado alguien a el baile ya?
-Sí, Rocko...y otros chicos.
-¿¡El guaperas!?
-El mismo.
-¿q le has dicho?
-Q ni hablar, no m gusta ese tío, es mi amigo, nada más.
-Ya veo...
-¿a ti?
-Cinco chicas...
-Guau...¡ligoncete!
-Les dije q no, no t molestes en preguntar.
-¿kieres kedar ahora? queda un rato antes d comer.
-Ok, t veo en el parque en media hora.
-Ok, dew.
-Bye.
Me empecé a vestir, aún seguía en pijama, me puse mis pantalones verdes (sí, otra vez, ¡me encantan!)  la camiseta del infinito y las manoletinas negras, y por útimo: mi colgante de la buena suerte. Es de una clave de sol, me recuerda que el arte me ayuda en cualquier momento, no solo el de la música sino también el de leer, dibujar, el arte de vivir...Ahora mismo no me lo pongo para tener suerte ni nada de éso, me lo pongo porque me encanta. 
Bajo corriendo las escaleras a comer algo, pero al abrir la nevera, me acuerdo de que me toca hacer la compra.
<<MIERDA, TENÍA QUE SER YO>>
En fin, mala suerte para los estómagos de mi familia. Dios mío, que calor, subo como un rayo a hacerme un moño y a ponerme una cinta; ya comeré algo por ahí.
Cojo el bolso con las llaves, móvil, nada más, etc.
Salgo de casa y tranquilamente voy andando hacia el parque. Pero como la vida no es perfecta, aparece Trina con cara de malas pulgas.
-¡Anda, pero si es Belencita!
-¡Anda, pero si es una plasta sin sentimientos!
-Oye, un respeto a la gente con más cerebro que tú.
-Anda, déjame en paz, no necesito pelearme contigo constantemente.
-Ahora me evitas,eee...

Me contengo para no soltarle un mamporro en todo su careto.

-Claaaaaro, como ahora miss perfecta se ve con un guaperas de los mayores...

Le suelto el mamporro sin arrepentirme, ésta se pone roja como un tomate y se acerca a mí, salgo corriendo, pero no asustada; divertida y riéndome.
 Es imposible que me alcance, nunca lo ha hacho desde que estábamos juntas en preescolar, dudo que ahora que está más debilucha que nada me vaya a alcanzar en este momento.
 Pero calculo mal y me meto en un callejón sin salida, sé que tengo tiempo para escapar, pero tropiezo y ruedo por el suelo haciéndome algunos rasguños, me levanto y veo a Trina en la entrada de la pequeña calle, roja y enfurecida.

-Belencita, tú siempre metiéndote con las que no deberías.
-Y tú siempre nevidiándome, por ser valiente y por más cosas que no te voy a decir porque las sabes...

No la ataco, me defiendo. No soy cruel, soy valiente, se me debe de haber pegado algo de Tris, la prota de Divergente, porque es muy osada y valiente. Me alegro de ser capaz de hacer algo así.
Trina se va acercando, está apunto de asestarme un puñetazo, pero yo giro y se da contra el duro cemento de la calle. Se coge la mano y grita.

-Asquerosa lagartija.
-Perdona, ¿qué has dicho?
-Asquerosa lagartija.
-Te acabas de meter en un serio problema, Trina.

Me levanto y me acerco a ella, le pego una patada en el estómago, me agarra el pie y me tira a el suelo, me pega una torta y yo le retuerzo el brazo.

-No aprendes eeeee...

Se pone roja de furia

-Cállate...
-No, lalalalalala...
-¡¡Te he dicho qué te calles!!
-Y yo te digo que no-le digo muy tranquila.

Me agarra del borde de la camiseta y se prepara para pegarme un puñetazo. Me duele mucho el brazo: me he cortado con cristal, pero el corte no es muy grande. Estoy a punto de darle una patada en la espinilla justo cuando el brazo de Trina empieza a moverse hacia mi cara, espero un dolor que no llega: el brazo de Trina está parado, alguien la sujeta por detrás.

-Yo que tú no la tocaría-dice una voz detrás de mi contrincante-solo lo digo por tu bien, llevo yendo a kárate siete años, te aseguro que  no te gustará que te rompa el brazo.
-Vaya vaya, el guaperas mimado viene a defender a su amiguita, o a lo mejor otra cosa...

Lo dice con sarcasmo pero le tiembla la voz: tiene miedo.

-No te preocupes, si yo ya me iba...
Suelta mi camiseta y empieza a correr.

-Éso está mejor, ¿estás bien pedorrilla?
Solo hay una persona en este mundo que me llame pedorrilla.
-¡Eric!
-No venías y me fui hacia tu casa, entonces vi que unos chavales estaban riéndose de Trina por intentar perseguirte. Les pregunte y me dijeron que te ibas hacia la calle sin salida y aquí estoy ahora.
-Supongo que gracias, pero sabes que no necesitaba ayuda.
-Lo sabía, pero lo que tú no sabías es que dos chicas bien fornidotas estaban esperando a atacar cuando tu amiguita se lo dijera.
-Entonces sí que te debo una. ¿Sigue en pie la idea de ir al parque?
-Claro, pero primero vamos a una farmacia a por tiritas.
-Venga.

Cuando llegamos allí no había casi nadie.

-¡Eric, que te trae por aquí!-saluda un anciano por detrás del mostrador-¿no te habrás metido otra vez en líos? le prometiste a tu madre dejar de hacerlo.
-Esta vez no vengo por mí, vengo por ella, ya no me apetece pelear cuando siempre voy a ganar...-dice con sarcasmo-¿tienes tiritas de las grandes y desinfectante?
-Sí, voy por ello.

El anciano desaparece por detrás de una puerta.

-Sí que te metías en peleas.
-Pues sí, y lo peor es qu me gustaba, ya sabes, la adrenalina.
-Claro, ¿este hombre te conoce desde hace tiempo?
-Me reservaba paquetes de tiritas, incluso me hacía descuentos.
-Jajaja...
-¿Qué te apuestas a que me hace otro?
-Ya veremos.
-¿Interrumpo?
-No claro.
-Toma, aquí tienes todo.
-Gracias.
-Te voy a hacer un descuento por ser tú...

Eric y yo nos miramos con una sonrisa de cómplices, en ese momento me fijo en que en el tatuaje de infinito está escrito su nombre en un lado pero el otro está vacío.

-Bueno, chao Manolo.
-Adiós Ericote.

Cuando salimos del local vamos directos al parque, en un rato me iré a casa. Por primera vez, instintivamente: le agarro la mano a Eric, él se estremece de repente, pero luego se relaja y me mira con una sonrisa.
 En esta relación la amistad se queda corta.

1 comentario:

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