miércoles, 15 de mayo de 2013

16. Si vas a aparecer te espero.

Ya habíamos llegado al edificio de la fiesta, es decir, el gimnasio. Cuando entramos nos quedamos con la boca abierta, el gimnasio estaba repleto de guirnaldas con estrellas de papel de un color azul eléctrico y caritas happy amarillo fosforito, al fondo había una mesa enoooooorme llena de aperitivos y justo en el otro lado: un escenario con una mesa de mezclas.

Era impresionante, pero más impresionante era la bienvenida que nos dieron, todos gritaban nuestros nombres y aplaudían.

-¡¡Belén!!
-¡¡Nora!!
-¡¡Julio!!
-¡¡Anette!!
-Ups... ¡a ése no le conozco!


Anette se fue a presentar a Sebastian a un grupo de la clase, Nora y Julio se fueron a saludar a unos de 4 ESO y yo me fui a saludar al DJ. Era Daniel, el amigo de mi hermano con el que salía a buscar trabajo.

-Anda, pero si es Belencita.
-Hola Danielito, a ver si te afeitas, llevas unas pintas...
-Ya, no me hadado tiempo, estaba preparando las canciones, ¿sabes que alguien que tú conoces me ha pedido una lenta?
-¿A sí? conozco a mucha gente, no sé quien puede ser...
-Bueno, ya lo verás... ¿qué tal tu hermano?

Mientras hablaba con Daniel, echaba una ojeada a la gran sala y a la puerta de entrada; Eric no estaba por ningún lado.

-Bueno, voy a empezar a poner la música, ¿me guardas un baile?-me dijo con una sonrisa malvada.
-Claro, hasta lugo.
-¡Chao!

Me fui fuera a llamar a Eric, pero cuando estaba a punto de marcar el número, desistí; seguro que llegaba de un momento para otro, no quería parecer nerviosa. Me dirigí al grupito donde estaban mis amigos con gente de la clase. Intenté olvidarme de que a lo mejor Eric había decidido no venir, a lo había pasado algo o...

-¡Hola bell!-me saludaron todos, obligándome a volver al mundo real-¿qué ta?
-Bien, ¿vosotros?
-Genial, en un rato nos vamos a bailar.
-Vale.

Mientras charlábamos me fui fijando en los vestidos, el de Anette verde a juego con sus ojos, Nora rojo sangre, Claudia azul cielo, Julia morado con puntitos plateados...

-Bell, ¿ése no es Eric?

La voz de Claudia me sacó de mi atontamiento , Eric acaba de entrar en el salón, sus colegas lo saludaban y le palmeaban en la espalda, el les saludaba pero iba directo hacia nosotros, bueno.. hacia mí. Llevaba un traje azúl marino: el que yo le había aconsejado.

Yo le sonreí, él me sonrió, me cogió la mano, me acercó a él y me susurró: <<Estás preciosa>>.

Todo tipo de sensaciones estallaron en mí, mil estrellitas de colores giraban en torno a nosotros: estaba sufriendo los "síntomas de la montaña rusa", me daban ganas de gritar de feliz, en ese momento podría haber levantado un elefante, podría haber dado mil vueltas al el mundo con los brazos extendidos, pero me quedé allí y le susurré un <<tú también>>.

Entonces toda mi preocupación se fue por una vía que había abierto él al llegar, una sensación de bien estar me inundó. Pero me enfureció que llegara tan tarde, me había hecho preocuparme para nada.

-Me alegro de que hayas llegado, pero ¡¿DÓNDE NARICES TE HABÍAS METIDO?! ¡¡HAS HECHO QUE ME PREOCUPE!!.
-Yo... me había dejado una cosa en casa, toma.

Por sorpresa mía me cogió la mano, la abrió, sacó algo pequeño que brillaba de su bolsillo y me lo puso en la mano.

-Espero que te guste.

Miré lo que había puesto en mi mano y me quedé sin palabras. Era un colgante de Love, era precioso.

-Gracias, pero no tenías por qué...
-No, sí que tenía-dijo sin dejarme acabar la frase-me has hecho comprender muchas cosas, antes de conocerte yo era sí, vale: el guaperas cerrado, pero después de conocerte, ese pensamiento que tenía de creído, de pensar que ninguna chica estaba a mi alcance desapareció y apareció el de que yo no estaba al alcance de ninguna chica porque yo no era simpático ni abierto como tú, tú eres un libro abierto pero con palabras escritas en tinta invisible para algunos que no saben leerte.
-No sé si lo he entendido bien-y dije con sarcasmo-pero...¿me estás diciendo que soy lo mejor que te ha pasado en la vida?
-No lo sé...

Se puso rojo, como un tomate.

-Vamos a dejarlo, anda, pon me el collar y nos vamos a bailar.
-Vale.
-¡No me pongas cara de corderito degollado!-le grité sonriendo.

Nos fuimos a bailar, Eric le guiñó un ojo a Daniel y puso la lenta, moviendo los focos azules muy despacio. Todas las parejas nos agarramos y nos pusimos a bailar.

Que feliz era, porque me di cuenta de que ese chico que al principio era mi amigo, se transformó en algó mas: cada una de sus palabras eran una melodía para mí, una Melodía Infinita.







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